Un Resumen de la Carta Pastoral de los Obispos de Estados Unidos sobre la Corresponsabilidad
“El don que cada uno haya recibido, póngalo al servicio de los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 P 4:10). ¿Qué significa ser un cristiano corresponsable? Cuidar los recursos humanos y materiales y usarlos responsablemente es una respuesta; también es ofreciendo de su tiempo generoso, talentos y de su tesoro. Pero ser un cristiano corresponsable significa más. Los cristianos corresponsables aceptan los dones de Dios con gratitud, los cultivan con responsabilidad, los comparten de manera justa y amorosa con los demás y se los devuelven al Señor con creces. Los Discípulos son Cristianos Corresponsables Comencemos por ser discípulo —o sea, una persona que sigue a nuestro Señor Jesucristo. Por ser miembros de la Iglesia Jesús nos llama a ser discípulos. Esto tiene serias implicaciones:
• Los discípulos maduros hacen una decisión consciente y firme de seguir a Jesús, sin importarles lo que cueste.
• Los discípulos cristianos tienen una conversión —un cambio de corazón y mente que afecta toda la vida— y hacen un compromiso con el Señor.
• Los cristianos corresponsables responden de manera especial al llamado a ser discípulos.
La corresponsabilidad tiene el poder de formar y moldear la manera en que entendemos nuestra vida y la forma en que la estamos viviendo. Los discípulos de Jesús y los cristianos corresponsables reconocen que Dios es el origen de la vida, el dador de libertad y la fuente de todas las cosas. Estamos agradecidos por los dones que hemos recibido y estamos dispuestos a usarlos de manera que muestren nuestro amor por Dios y por el prójimo. Estudiamos la vida y las enseñanzas de Jesús en busca de una guía para vivir como cristianos corresponsables.
Corresponsables por la Creación La Biblia contiene un mensaje profundo sobre la corresponsabilidad de la naturaleza: Dios creó el mundo pero se lo encomendó a los seres humanos. Cuidar y cultivar el mundo incluye lo siguiente:
• el aprecio entusiasta por las bellezas y maravillas de la naturaleza;
• la protección y la preservación del medioambiente, que es la corresponsabilidad ecológica;
• el respeto por la vida humana —protegiendo la vida de cualquier amenaza o ataque y haciendo todo lo posible para enriquecer ese don y ayudarlo a florecer; y
• el desarrollo de este mundo mediante el noble esfuerzo humano —las labores físicas, los negocios y las profesiones, las artes y las ciencias. A ese esfuerzo le llamamos trabajo. El trabajo es una vocación humana que nos hace sentir realizados. El Concilio Vaticano II señala que, mediante el trabajo no sólo contribuimos a nuestro mundo sino que también al Reino de Dios, que está ya presente entre nosotros. El trabajo es nuestra asociación con Dios —nuestra colaboración divina— humana en la creación. El trabajo ocupa un lugar central en nuestra vida como cristianos corresponsables. Corresponsables de la Vocación Jesús llama a sus discípulos a un estilo de vida diferente —el estilo cristiano de vida— del cual forma parte la corresponsabilidad. Pero Jesús no nos llama como entes sin nombre de una muchedumbre sin rostro. Él nos llama individualmente por nuestro nombre. Cada uno de nosotros —sacerdote, religioso o laico; casado o soltero; adulto o niño— tiene una vocación personal. Dios quiere que cada uno de nosotros desempeñe un papel único en su plan divino. El reto, entonces, es poder discernir cuál es el papel —nuestra vocación— y responder con generosidad a este llamado del Señor. La vocación cristiana implica ser corresponsables. También Cristo nos llama a ser corresponsables de la vocación personal que hemos recibido de Dios. Corresponsables de la Iglesia Como corresponsables de los dones de Dios no somos beneficiarios pasivos. Cooperamos con Dios en nuestra redención y en la redención de otras personas. También estamos obligados a ser corresponsables de la Iglesia —colaboradores y cooperadores en la continuación del trabajo redentor de Jesucristo, que es la misión esencial de la Iglesia. Esta misión: la predicación y la enseñanza, el servicio y la santificación, es nuestro trabajo. Es la responsabilidad personal de cada uno de los que se consideran corresponsables de la Iglesia.
Cada miembro tiene una función diferente que desempeñar dentro de la misión de la Iglesia:
• los padres que educan y guían a sus hijos a la luz de la fe;
• los feligreses que trabajan concretamente de distintas maneras para convertir a sus parroquias en verdaderas comunidades de fe y fuentes de servicio a toda la comunidad;
• todos los católicos que dan generosamente su apoyo —tiempo, dinero, oraciones y servicio personal de acuerdo a sus circunstancias— a los programas e instituciones de la diócesis y de la Iglesia universal. Obstáculos a la Corresponsabilidad Las personas que deciden vivir como discípulos y cristianos corresponsables se enfrentan a serios obstáculos. En los Estados Unidos y otras naciones desarrolladas, la cultura secular dominante contradice en muchas formas las convicciones de nuestra tradición religiosa sobre el significado de la vida. Esta cultura frecuentemente incita a los individuos a centrarse en sí y en los placeres. Muchas veces es demasiado fácil ignorar las realidades espirituales y negar a la religión un papel en la formación de los valores humanos y sociales. Como católicos que hemos penetrado en esta corriente de la sociedad estadounidense y recibido sus beneficios, muchos hemos sido influenciados por esta cultura secular. Sabemos lo que significa luchar en contra del egoísmo y la avaricia y reconocemos que es más difícil para muchos aceptar las exigencias de ser cristianos corresponsables. En consecuencia, es esencial que hagamos un esfuerzo mayor para comprender lo que significa ser un cristiano corresponsable y vivir de tal manera. 2 Este artículo es un extracto del Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adultos, copyright © 2007, United States Conference of Catholic Bishops. Todos los derechos reservados. La Vida del Cristiano Corresponsable La vida de un cristiano corresponsable trata de imitar la vida de Cristo. Es un modo de vida exigente y difícil en muchos aspectos, pero hay intenso gozo para los que se arriesgan a vivir como cristianos corresponsables. Mujeres y hombres que buscan vivir corresponsablemente aprenden que “Dios dispone todas las cosas para el bien de los que aman” (Rm 8:28). Después de Jesús, vemos en María el ejemplo ideal para los cristianos corresponsables. La madre de Cristo supo vivir su ministerio en espíritu de fidelidad y servicio; ella respondió generosamente al llamado (cf. Lc 1:25-56). Tenemos que preguntarnos: ¿Deseamos ser discípulos de Jesús y cristianos corresponsables de nuestro mundo y nuestra Iglesia? Parte central de nuestra vocación humana y cristiana, como también de la vocación que cada cual recibe de Dios, es que seamos corresponsables de todos los dones que hemos recibido. Dios nos da este taller divino–humano, este mundo y esta Iglesia nuestra. El Espíritu nos muestra el camino. La corresponsabilidad cristiana es parte de nuestro camino.
(USCCB, “Como Ser un Cristiano Corresponsable”, en La Corresponsabilidad: Respuesta de los Discípulos [Washington, DC: USCCB, 2003], 42ss.)